lunes, 11 de enero de 2010

El prisionero


Ahora cumpliendo estoy condena,
inocente del delito soy,
y hoy, encerrado en esta celda,
me llaman, sin saber donde voy.

Arrodillado en el duro suelo
los barrotes de hierro ante mi se alzan
y, mirando arriba clamo al cielo
rogando con piedad esperanza.

Enamorado de una sonrisa
y, rendido ante una mirada,
mi corazón late más deprisa
con sentir tus caricias mi cara.

Y maldigo a mi verdugo
que a prisión me condena,
encerrado entre estos muros
con grilletes y cadenas.

Pero condéname a muerte
o destiérrame al olvido,
de mi lado está la suerte
porque en tu alma… yo resido.

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