PARA BECQUER.
Si tus cálidas manos
sobre mi pecho el corazón calmasen;
Si palabras de tus labios
hicieran de mi odio sentires suaves;
Si tu mirada noble
mi poeta ángel del mal liberase...
Daría yo, Maestro,
mi vida... por tu presencia un instante.
JOSÉ CIDÓN PERIAÑEZ.
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